Tomar una copa de vino es relajante, se disfruta en soledad y con buena compañía, y supone un momento de placer. Tomado con moderación puede hasta incluso beneficiarnos. Aquí os dejamos algunos de esos beneficios:
Potencia nuestro cerebro
Gracias a las propiedades antioxidantes incluir vino en nuestra dieta en pequeñas dosis puede ayudarnos a potenciar el cerebro mejorando las funciones cognitivas y la agilidad mental. Un estudio de la Academia Sueca Sahlgrenska basado en un seguimiento a 1.500 mujeres durante 34 años así lo indica. Las conclusiones indican que el vino tinto es bueno para reducir la inflamación, impedir que las arterias se endurezcan y mejorar nuestro riego sanguíneo.
Colabora manteniendo los niveles de colesterol
Así lo indica un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) demostrando que el consumo de vino activa al gen SIRT1, un elemento que impide la formación de células de grasa.
Ayuda a tener la dentadura sana
Porque las uvas, al ser fermentadas, evitan la aparición de los estreptococos y bacterias vinculadas a las caries. Lo demuestra otro estudio realizado por la Universidad de Pavia indicando la característica de que se previenen las infecciones.
Reduce el riesgo de depresión
Para este capítulo vemos el estudio que investigadores de varias universidades españolas realizaron con datos de más de 5.000 personas de 55 y 80 años durante siete años. El resultado: los hombres y mujeres que bebían de dos a siete vasos de vino por semana eran menos propensos a ser diagnosticados con depresión.
Anti-envejecimiento
La última característica la estudiaron en la Escuela de Medicina de Harvard observando el compuesto resveratrol que se encuentra en la piel de las uvas. También se encontró que las procianidinas, un compuesto que también se encuentra en el vino tinto de forma común, ayuda a mantener los vasos sanguíneos en buen estado.