Comparándola con la botella normal, un Magnum cuenta con el doble de capacidad, 1,5 litros. Que sea un envase que se fabrica menos y que el embotellado y etiquetado se realice a mano provoca que el precio de este tipo de botellas resulte algo más elevado que el que tienen dos normales, pero lo cierto es que los Magnum están siendo cada vez más apreciados por el consumidor. ¿Por qué?
1.-Al ser más grande el envase pero con un cuello similar al de una botella normal, la exposición al oxígeno es menor en el Magnum, por lo que conseguimos que el vino que contiene aguante más y evolucione de forma más lenta. Por ello es óptimo para vinos con crianza y de guarda. Y además su conservación es mucho más fácil.
2.-El vino sigue evolucionando incluso después de haber abierto la botella, por lo que cuando la botella tiene mayor capacidad no es tan fácil que el vino no se acabe durante la comida o la cena y nos permite comprobar sus variaciones a lo largo de las horas.
3.-La percepción de un vino no siempre es la misma porque depende de muchos factores externos como el hecho de dónde se haya guardado la botella. Y no llega siempre igual a la mesa porque no siempre lo servimos a la misma temperatura y el sabor puede variar. Por ello, si son más de cuatro los comensales nos aseguramos de que todos están bebiendo el mismo vino con un Magnum.
4.-¿Qué vinos eligen las bodegas para embotellar un Magnum? Sin duda los mejores, por lo que si compramos este envase hay un alto porcentaje de que lo que hay dentro es altamente recomendable.
5.-Es ideal para regalar porque no es lo mismo entregar un vino en una botella estándar que en una de un formato especial que además, presentada en un estuche de cartón o incluso de madera, apreciará más la persona a la que queremos agradar.
6.-Y es manejable. A pesar de que se trata de un formato grande su manejo sigue siendo fácil, por lo que ¿por qué no elegir un Magnum?