Mucho hemos podido leer sobre los beneficios del vino. Que retarda el envejecimiento, que ayuda a perder peso, que combate el cansancio o que reduce el colesterol son algunos de los que nos encontramos a la hora de beber una copa, sobre todo de vino tinto. Pero ¿qué pasa con el exterior de nuestro cuerpo? ¿Con nuestra belleza?
Pues indagando vemos que los que saben del tema coinciden en que son buenos aliados, tanto el vino como la uva de la que procede, y los beneficios también se hacen notar. Primero porque un buen porcentaje de la uva se compone de agua convirtiéndola en un hidratante para la piel, que además contiene vitaminas A, E y C con propiedades antioxidantes. Su contenido en minerales como el hierro, sodio, calcio y potasio añaden más cualidades: la uva es nutritiva, bactericida y desintoxicante.
Por todo ello se consigue estimular la renovación de nuestras células y la síntesis de colágeno. El resultado: retrasar la aparición de arrugas en nuestra piel y atenuar las que ya tenemos. No suena nada raro ya la palabra Vinoterapia, un método consistente en tratamientos con vino para tonificar, hidratar y limpiar nuestra piel.
También hay remedios caseros que dan un resultado similar. Si cogemos unas uvas , quitamos la semilla y frotamos con este magnífico fruto la piel descubriremos cómo queda limpia, hidratada y tonificada. Pero también con vino podemos realizar algunos trucos. Simplemente usándolo como tónico para la cara. Mojando un algodón con vino, repartiéndolo por el rostro y dejándolo secar se convierte en un excelente tónico digno de tenerlo también en el cuarto de baño.