Desde Bodegas El Inicio coincidimos con la calificación de la añada correspondiente a la campaña 2016 que se ha otorgado por el Consejo Regulador. El comité de expertos sumilleres ha otorgado por unanimidad la calificación de Muy Buena a unos vinos que comenzaban a elaborarse tras un invierno en el que la vid reposó en condiciones moderadas y con una pluviometría más baja de lo habitual, con una primavera que demostró las extremas condiciones que caracterizan a la Ribera del Duero con lluvias abundantes y temperaturas bajas que retrasaron el brote de la vid más de lo habitual.
El ciclo comenzó con cierto retraso desde el principio, que se fue regulando poco a poco a lo largo del final de primavera y principios del verano para hacerse aún más acusado durante el momento de la maduración. El verano se caracterizó por las altas temperaturas registradas durante buena parte del mes de julio, así como durante todo el mes de agosto y buena parte de septiembre, lo que junto con la ausencia de lluvias, y en especial al final del verano, ha producido un cierto bloqueo en las plantas como consecuencia de la necesidad de las plantas de cerrar sus estomas para evitar una excesiva deshidratación que ha incidido en un acusado retraso en el momento de la maduración, en especial en las plantas más jóvenes y en aquellas situadas en terrenos más áridos.
Esto hizo que el inicio de la maduración, en especial para aquellos viñedos viejos con las raíces más profundas, se produjese en fechas habituales, mientras que para otros viñedos fue necesario esperar a su maduración más tiempo del habitual, con racimos de un tamaño medio de baya pero un mayor número de éstas por cada racimo. No obstante, las inmejorables condiciones climáticas habidas en los meses de septiembre y octubre, junto con la impecable sanidad del cultivo registrada, permitieron a los viticultores esperar a la correcta maduración de las uvas para proceder a su recogida en el momento óptimo, lo que ha supuesto una vendimia muy estudiada para cada parcela que se ha extendido más de lo habitual en el tiempo.
Los vinos de la añada del 16 va a recordar al consumidor aquellos vinos de los años de los 90 Ribera del Duero, con buena conservación de guarda en crianzas de madera, más llenos, más anchos y con más rudeza. “Presentan excelente color, gran capa, recuerdos frutales, rojos y un toque mineral, y los que han tomado algo de madrera se están integrando muy bien, son carnosos de cuerpo y amplios en boca, con unos taninos muy bien constituidos”, destacan los sumilleres, que aseguran sentirse sorprendidos “porque esperábamos encontrar menos alcohol, pero los vemos muy conjuntados e incluso algunos de ellos ya con una redondez que hacen pensar que pueden evolucionar en grandes vinos en su fase de crianza en madera”.