Es sorprendente lo que se puede conseguir con algo que creemos que no sirve para nada ya. Una vez tomado el vino del interior de la botella, lo normal es tirar el corcho porque creemos que ha cumplido su cometido, pero si da con las manos adecuadas puede ser que el uso no haya hecho más que empezar. ¡Hasta convertirse en arte!
Eso es lo que hace Conrad Engelhardt. Este artista encontró en el corcho de vino una mezcla perfecta entre el arte y la naturaleza y utiliza el impresionismo para ello con la diferencia de que si con la paleta se consiguen multitud de colores, con los corchos se juega con uno solo con una gama limitada. De cerca, el espectador ve corchos. Si se aleja, la imagen tan espectacular como estas que os mostramos.